Trastorno dismórfico corporal, un exceso de complejos físicos

Trastorno dismórfico corporal, un exceso de complejos físicos

Cuando te paras frente al espejo, qué es lo primero que ves, ¿los rasgos que te hacen sentir atractiva o clavas los ojos como un puñal en tus supuestos “defectos” físicos?

Si estás en el segundo grupo, cuidado. Podrías ser presa del trastorno dismórfico corporal, una condición mental que genera ansiedad, poca autoestima y afecta tu desempeño diario.

Conoce los síntomas y posibles soluciones para recuperar tu equilibrio y ver con mayor compasión a la versión real de ti.

Y al final del post, recibe GRATIS una Guía para mantener tu autoestima.

Importante: esta información no pretende diagnosticar ni ofrecer tratamientos médicos o sicológicos.

Qué es el trastorno dismórfico corporal (TDC)

¿Quién no se ha levantado un día sintiendo que tiene “el feo subido” o con un grano en la punta de la nariz que la hace parecer Rodolfo el Reno?

Es normal que algo de tu aspecto no te guste o te haga sentir un poco insegura.

Incluso, modelos y artistas reconocen que les desagrada su nariz, sus dientes o su trasero, aunque cualquier mortal moriría con verse la mitad de bonitas que ellas. 

El problema es cuando pasas días, meses o años obsesionada con cambiar tu aspecto. Y si no lo logras, entras en un bucle de pensamientos intrusivos que causan estrés, ansiedad, te hacen gastar tiempo y dinero tratando de ocultar o corregir lo que no te gusta.

Eso se define como trastorno dismórfico corporal (TDC) que te hace ver aspectos de tu apariencia como anormales o feos, mientras los demás no los ven de la misma manera.  

La nariz, piel, abdomen, genitales, mamas, cabello, boca, manos, pies… son potenciales focos de desprecio para las personas con TDC.

12 señales de que podrías sufrir trastorno dismórfico corporal

  1. Vives maquinando cómo mejorar tu cuerpo o eliminar un “defecto” 

  2. Comparas tu apariencia con los demás.

  3. Pides aprobación de tu pareja, familia o amigos, aunque no les creas cuando te dicen que te ves bien

  4. Tus imperfecciones te causan ansiedad, depresión o vergüenza.

  5. Evitas socializar para que nadie vea tus defectos.

  6. Te miras compulsivamente en los espejos o los evitas del todo.

  7. Te niegas a tomarte fotos y, si sales en alguna, no dejas de buscar “lo feo” en ti. 

  8. Gastas energía camuflando o encubriendo los defectos percibidos. 

  9. Exageras con ropa, maquillaje, bronceado, ejercicio, accesorios y más. 

  10. Piensas hacerte cirugías o te practicaste alguna, pero te sigues viendo imperfecta

  11. Crees que los demás se fijan, hablan y se burlan de tu defecto físico.

  12. Te tomas muchas selfies para verificar tu apariencia y usas aplicaciones/filtros para mejorarte.

  13. Te provocas autolesiones o tienes pensamientos suicidas por tu aspecto.

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¿Quiénes son más propensos a padecer TDC?

De 5 a 7,5 millones de personas, solo en Estados Unidos, sufre de TDC, según un estudio publicado por la empresa de análisis sobre salud y bienestar, Elsevier.

Hay dos grupos con mayor riesgo: 

  • Adolescentes: es una etapa de cambios profundos. Suelen aparecer las comparaciones, inseguridades e influencias externas. Y, en la era actual, quieren parecerse a las figuras perfectas de internet para ser aceptados en los grupos o de lo contrario, se sienten poco dignos e inferiores. 

  • Mujeres con menopausia: la mujer puede ver y sentir que la belleza y juventud se le agotan. Llegan las arrugas, no pueden evitar la flacidez, canas, aumentan sus niveles de grasa corporal, piel reseca, la celulitis y con ellas, las inseguridades. Si le sumas que las hormonas alteran sus emociones, está servida la mesa para la aparición de una dismorfia. 

Primeras acciones para manejar el trastorno dismórfico

Vamos a darte algunas pautas que podrían ayudarte a manejar esta condición, pero lo más indicado es que busques ayuda de un sicólogo:

  • No te culpes: tener TDC no es estar loca o ser narcisista. Es un trastorno psicológico real que puede mejorar con la ayuda adecuada.

  • Enfócate en el presente: al inicio puede costarte, pero con la práctica logra maravillas. Involucra tus sentidos en lo que hagas o practica una meditación mindfullnes (en internet consigues muchas opciones).

  • Ten autocompasión: estudios indican que hablarse con respeto y empatía disminuye los síntomas de dismorfia, mejora el estrés y la ansiedad. ¿Cómo hacerlo? Háblate cómo lo harías con un ser querido, aceptándote como eres.  

  • Escribe un diario: registrar tus pensamientos y emociones te ayuda a identificar los pensamientos angustiosos y sus desencadenantes para controlarlos. 

  • Mantente activa: con un paseo por el parque, la playa o caminar cerca de casa, generas endorfinas que mejoran el ánimo. Enfócate en lo que te rodea y, si viene algún pensamiento intrusivo, no luches con él, perdónalo y déjalo ir.

  • Deja de compararte: eres única y, por más que lo intentes, no serás igual a otras mujeres. Date unas vacaciones de redes sociales y, si te cuesta mucho, sigue solo cuentas saludables para tu mente. 

  • Evita el alcohol y las drogas: son depresores del sistema nervioso que te alegran, desinhiben y relajan solo por un rato. Pero cuando vuelves a tu estado natural, la tristeza, ansiedad, pensamientos negativos y aislamiento social regresan. 

  • Apóyate en un especialista: nada de lo que hagas es mejor que la ayuda de un especialista. Busca un sicólogo o siquiatra que te dé herramientas para superar este trastorno.

 

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