Combo Cero Calorías + Termo Acero Inoxidable

Pueden ser una o varias razones:
1- ¿Recuerdas que cuando eras pequeña tus padres, y en especial tus abuelos, te daban chocolate o un pedazo de torta cuando te sentías triste? ¿O los potes de helado que te provocó comer (o te comiste) cuando terminabas con un ex? Estamos programados para antojarnos de algo dulce cuando estamos tristes en vez de salir a correr, bailar o golpear un saco de boxeo.

Pues entre 3 y 4 de la tarde, la serotonina, (hormona de la felicidad) disminuye sus niveles provocando que nos sintamos tristes. Y como tu cerebro que está habituado a alegrarse con dulces, te pide donas, helados, brownies y más.


2- Horas después de tus almuerzos altos en alimentos procesados, bajan los niveles de azúcar en la sangre y el cuerpo necesita reponer la energía. Como el azúcar tiene gran cantidad de glucosa, suele ser la opción preferida.
3- Dormir menos de 7 horas seguidas dispara la hormona del hambre y neutraliza la de la saciedad, haciéndote comer de 300 a 400 calorías al día siguiente. Lo peor es que tu cuerpo te pide comida chatarra llena de azúcar refinada, carbohidratos procesados y alimentos cargados de grasas trans.

4- Cuando te estresas pierdes energía y tu organismo necesita reabastecerse. Una de las formas más rápidas de obtener la energía perdida es consumiendo dulces.

5- Hacer dietas muy estrictas sin carbohidratos provoca más necesidad de comerlos. Por eso, te dan más ganas de postres con azúcar y harinas refinadas.

Las toxinas son unas enemigas que nos contaminan a diario, a través de los alimentos, productos de limpieza, la contaminación, el agua y muchas otras.

Ellas hacen que el hígado, en vez de procesar las grasas, tenga que lidiar con sustancias tóxicas que alteran el sueño, aumentan el peso y afectan el metabolismo.

El cuerpo tiene que dar 3 pasos para eliminar la grasa: movilizar la grasa almacenada, transportarla hacia las células para convertirla en energía y oxidarla (quemarla).

Pero, a veces, al cuerpo le cuesta movilizar los depósitos de grasa a medida que ganas años o si consumes muchas grasas saturadas y trans.

También, cuando la hormona insulina se eleva por malos hábitos alimenticios o segregas mucho cortisol por dormir mal y estresarte.